A lo largo de su dilatada historia Roma no solamente alcanzó un colosal desarrollo político, sino que conoció de una larga y compleja evolución social durante siglos que dejaría una notable impronta y sentaría las bases de las sociedades surgidas tras la época post-imperial.
Es sabido que la historia constitucional romana se divide, esencialmente, en tres etapas claramente diferenciadas, a saber: Monarquía, República e Imperio, este último a su vez dividido en los períodos del Principado y del Dominado.
Durante la Monarquía (753-509 a.C.), la sociedad se dividía esencialmente en dos clases: los Patricios y los Plebeyos. Los Patricios formaban el primitivo estamento nobiliario, la cúspide de la sociedad del momento. Eran los descendientes de las treinta primitivas curias o tribus que databan de la fundación de la ciudad. La mayor parte de la propiedad urbana y rústica se encontraba en sus manos, monopolizaban los oficios públicos y formaban las tropas a caballo del ejército real.
Por su parte, los Plebeyos eran ciudadanos libres, si bien no usualmente titulares de la mayor parte de la riqueza ni de los medios de producción, se encontraban en un segundo plano de la vida pública y, en las campañas militares, debían marchar y combatir a pie. Como excepción, existía entre los Plebeyos un grupo de ciudadanos con bastante poder adquisitivo como para costear una montura que les permitía formar, junto a los Patricios, los cuerpos de caballería: los equites o Caballeros.
Esta última circunstancia pone de relieve un importante hecho, que se repetirá constantemente en la historia de la nobleza europea. Efectivamente, la pertenencia a la nobleza viene dada por estrictos vínculos de sangre, conformándola como un estamento propio, diferenciado y restringido, hereditario exclusivamente por lazos familiares y que es susceptible de ser transmitido de una generación a otra de forma sucesiva y sin limitación.
La Monarquía dio paso a la República (509-27 a.C.), durante la cual el Senado adquirió, junto con el Consulado y algunas otras altas magistraturas, la preponderancia de la vida pública romana.
Sin embargo, tras las guerras civiles libradas entre Mario y Sila se abrirá un período de decadencia y profunda quiebra de la constitución política republicana que desembocará en los triunviratos y el Principado, en época de Octavio.
Durante la República, se mantuvo la división tradicional de la sociedad romana en Patricios y Plebeyos, si bien estos últimos fueron gradualmente alcanzando un mayor nivel de participación en la vida pública. También los equites fueron conquistando progresivamente mayores cotas de la escala social y política.
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